Frente a mi ventana comienza Erzsébef körút. y se extiende la fría noche de la ciudad.
Son las tres de la madrugada en Budapest y resulta extraño ver el bulevar completamente vacío.
A veces pasa un coche o, de tarde en tarde, el viejo tranvía. Un hombre se acerca a la boca del metro, pero se detiene antes de bajar las escaleras y se queda parado mucho rato, como si no tuviera a dónde ir.
Yo contemplo el vacío, miro el silencio de tantas ventanas apagadas, como si no tuviera en quién pensar.
Recuerdo a Dámaso Alonso y su millón de cadáveres en la madrugada de Madrid.
Recuerdo todas las ventanas en las que he contemplado las frías noches de invierno alguna vez.
Me impresiona la cúpula que corona el señorial edificio de enfrente. Le calculo unos tres pisos de altura y me pregunto qué habrá dentro de ella.
Sé que en la otra acera, en el edificio que hace esquina con Kertéz utca, ondea una bandera húngara, pero de noche no se ve.
Tampoco puedo leer el rótulo luminoso que cruza el bulevar de punta a punta, porque esta noche ya no lo han encendido. Mañana lo quitarán. Pero sé lo que dice: “Boldog unnepeket kivan Erzsébetvaros" ("Felices fiestas desde "Erzsébetvaros”*)
También yo deseo que hayáis vivido unas felices fiestas.
* Erzsébetvaros es el nombre del barrio de Budapest donde vivie mi familia húngara. Se podría traducir como "Ciudad Isabel" y me imagino que hace referencia a la emperatriz Sissi.