Ayer puse punto final a mi viaje, al regresar a Requena después de 33 días, en los que he vuelto a visitar todos los lugares en los que viví. Han sido 5.695 kilómetros en autobús, en tren, en coche (el mío unas veces pero también otros encontrados con Blablacar). 16 camas diferentes en las que he dormido: amigos o familiares que me han alojado en sus casas, casas rurales, cuatro en casas particulares encontradas en Airbnb y algún que otro hotel (cuando no ha habido otra alternativa) Y las personas, como acabo de decirle a mi amiga Ramona, ni se cuentan, porque cada una de ellas es un mundo y tanta vida no puede cifrarse en números: Familiares y amigos a los que he visitado una vez más (Noelia Cabezas, Tina Rodríguez Benéitez, Cristina Jarabo Bueno, Adoración Giménez Lahiguera o Isabel Fernandez) y amigos a los que he reencontrado después de años (como Laura Plana González y Cristina Hernandez Estruch), o incluso décadas (que se dice pronto: como Javier Fernández Malumbres y Maria Pilar Bellés Pitarch)... Sólo cito a algunos, por poner ejemplos, y a ellos habría que añadir toda la gente que he conocido allá por donde he ido.
No puedo decir que sea un viaje a lo largo de mi vida, porque hay lugares en los que nunca he vivido y que, por una u otra razón, son parte de mí (se me ocurren Gandía, Jaén o El Barquero, en La Coruña; además de países como Hungría, Chile o Colombia...), pero desde luego ha sido un viaje diferente que también me ha permitido asomarme a mi propio interior... Un viaje que me va a marcar.